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Author: AMCYL
He asistido a la representación de "La vida por delante" en el Teatro Calderón. El título me ha resultado un poco irónico porque la vida es precisamente lo que ya no tiene por delante la protagonista de la historia, Rosa, una ex prostituta judía en París.
Como ya no puede ejercer, se ha dedicado a cuidar niños abandonados por otras prostitutas, a los que ha buscado familia o que a he devuelto a sus madres cuando han podido hacerse cargo de ellos.
Solamente se ha quedado con uno, un adolescente árabe, Mohamed, Momo para los amigos que la quiere como a su madre y que cuida de ella cuando se está muriendo.
Inicialmente me pareció que se trataba de una gran oportunidad para el lucimiento de Concha Velasco, que lo es, pero también ha sido un duelo de talentos con Rubén de Eguía, el actor que interpreta a Momo y, por momentos, casi le gana a la actriz.
Concha Velasco hace de vieja, fea, enferma, patética, con pesadillas y malos recuerdos, sabe que le queda poco tiempo y salvo a Momo y al médico que va a verla no tiene a nadie más. Momo no sabe nada de su origen y aunque quiere saber quiénes eran sus padres, cuando su padre biológico aparece a recogerle no se va con él. Acepta y se une la farsa que interpreta Rosa para quedarse en su casa.
Me ha parecido una obra conmovedora. Me ha dado mucha pena la tremenda soledad en la que viven los dos personajes y he sentido que, a pesar de que se trata de un texto de hace muchos años, tiene mucho de actual. Hay mucha gente marginada por diversas razones que se queda sola.
El montaje me ha parecido muy bueno. La luz y la oscuridad sirven para marcar el paso del tiempo, casi no hay cambios de escenario. La mayor parte de la obra transcurre en la buhardilla de Rosa pero también bajan al sótano del edificio, donde finalmente se refugian para evitar que se lleven a Rosa al hospital.
Concha Velasco que siempre está sonriente y parece que va de divina por los escenarios y los medios de comunicación está espléndida en un papel muy difícil, que debe ser agotador. En esta obra no está divina. Ya no tiene nada, salvo, como le dice Momo, sólo la vida.
Como ya no puede ejercer, se ha dedicado a cuidar niños abandonados por otras prostitutas, a los que ha buscado familia o que a he devuelto a sus madres cuando han podido hacerse cargo de ellos.
Solamente se ha quedado con uno, un adolescente árabe, Mohamed, Momo para los amigos que la quiere como a su madre y que cuida de ella cuando se está muriendo.
Inicialmente me pareció que se trataba de una gran oportunidad para el lucimiento de Concha Velasco, que lo es, pero también ha sido un duelo de talentos con Rubén de Eguía, el actor que interpreta a Momo y, por momentos, casi le gana a la actriz.
Concha Velasco hace de vieja, fea, enferma, patética, con pesadillas y malos recuerdos, sabe que le queda poco tiempo y salvo a Momo y al médico que va a verla no tiene a nadie más. Momo no sabe nada de su origen y aunque quiere saber quiénes eran sus padres, cuando su padre biológico aparece a recogerle no se va con él. Acepta y se une la farsa que interpreta Rosa para quedarse en su casa.
Me ha parecido una obra conmovedora. Me ha dado mucha pena la tremenda soledad en la que viven los dos personajes y he sentido que, a pesar de que se trata de un texto de hace muchos años, tiene mucho de actual. Hay mucha gente marginada por diversas razones que se queda sola.
El montaje me ha parecido muy bueno. La luz y la oscuridad sirven para marcar el paso del tiempo, casi no hay cambios de escenario. La mayor parte de la obra transcurre en la buhardilla de Rosa pero también bajan al sótano del edificio, donde finalmente se refugian para evitar que se lleven a Rosa al hospital.
Concha Velasco que siempre está sonriente y parece que va de divina por los escenarios y los medios de comunicación está espléndida en un papel muy difícil, que debe ser agotador. En esta obra no está divina. Ya no tiene nada, salvo, como le dice Momo, sólo la vida.
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actriz,
Teatro Calderón,
Valladolid
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