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Author: AMCYL
Pablo Milanés, el cantautor cubano, ha ofrecido un recital en el Teatro Carrión de Valladolid. Ha sido una de las actuaciones más hermosas a las que he asistido en mucho tiempo.
Primero, el montaje era muy sencillo: el cantante y dos músicos. Un piano y un teclado, y a veces, un violín o la guitarra del propio Milanés.
Luego, las canciones, sencillas, sin muchas vueltas pero bien escritas. La mayoría de sus canciones son de amor y muchas están dedicadas, por ejemplo, a una de sus hijas.
Aunque no conozco mucho de su trabajo, apenas tengo un par de discos suyos, reconocí muchas de las canciones que interpretó, bien porque las he escuchado en su voz o cantadas por otros artistas. Recuerdo especialmente la interpretación que hizo Amaya, de Mocedades de "El breve espacio" y que en esta ocasión fue la canción de despedida del recital.
Una cosa que me llamó la atención es que cuando pidió, al igual que casi todos los artistas que he visto en este tipo de recitales, al público que cantara con él, mucha gente si se sabía la letra de las canciones y no fue necesario que el siguiera cantando. El público cantó, con gusto, toda la canción; la mayoría de las veces, con otros cantantes, el público se ha sabido un par de frases y luego la cosa ha decaído muy rápida y hasta casi patéticamente.
No hubo bailes, ni coros, ni cambios de vestuario, ni tremendas zalamerías para ganarse el aplauso. Fue él solo el que llenó el escenario y lo hizo de una manera tan sencilla y grata que resultó maravillosa.
Primero, el montaje era muy sencillo: el cantante y dos músicos. Un piano y un teclado, y a veces, un violín o la guitarra del propio Milanés.
Luego, las canciones, sencillas, sin muchas vueltas pero bien escritas. La mayoría de sus canciones son de amor y muchas están dedicadas, por ejemplo, a una de sus hijas.
Aunque no conozco mucho de su trabajo, apenas tengo un par de discos suyos, reconocí muchas de las canciones que interpretó, bien porque las he escuchado en su voz o cantadas por otros artistas. Recuerdo especialmente la interpretación que hizo Amaya, de Mocedades de "El breve espacio" y que en esta ocasión fue la canción de despedida del recital.
Una cosa que me llamó la atención es que cuando pidió, al igual que casi todos los artistas que he visto en este tipo de recitales, al público que cantara con él, mucha gente si se sabía la letra de las canciones y no fue necesario que el siguiera cantando. El público cantó, con gusto, toda la canción; la mayoría de las veces, con otros cantantes, el público se ha sabido un par de frases y luego la cosa ha decaído muy rápida y hasta casi patéticamente.
No hubo bailes, ni coros, ni cambios de vestuario, ni tremendas zalamerías para ganarse el aplauso. Fue él solo el que llenó el escenario y lo hizo de una manera tan sencilla y grata que resultó maravillosa.
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musical,
Teatro Carrión,
Valladolid
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