Su concierto en el Teatro Calderón fue brillante como pocos. Empezó con canciones de su más reciente disco, "La Pasión", que principalmente eran boleros y con los que parecía estar muy a gusto.
Luego fue presentando canciones de sus distintos discos y épocas, incluyendo su etapa de rockera. Puso a bailar a todo el teatro, que realmente disfrutó con lo que ella estaba haciendo en el escenario. Volvió a las canciones de La Pasión y terminó, como no podría ser de otra forma, con el famoso "Piensa en Mí".
Su presencia en el escenario me hacía recordar a diferentes personas, no necesariamente artistas, ni siquiera conocidas. A veces parecía un poco desvalida y frágil aunque era obvio que controlaba perfectamente la situación; un grupo de 13 músicos la arroparon espléndidamente en arreglos elegantes y muy cuidados.
Fueron tantas las canciones que ofreció que el concierto se alargó más de lo esperado. Al contrario de otras ocasiones, nadie quería moverse de su asiento y creo que muchos nos hubiésemos quedado con ella mucho más rato. Aunque la se quedó conmigo fue ella, ya que he seguido oyendo su versión de la famosa canción y algunas otras que interpretó, sin necesidad de poner el CD.
Como ya no puede ejercer, se ha dedicado a cuidar niños abandonados por otras prostitutas, a los que ha buscado familia o que a he devuelto a sus madres cuando han podido hacerse cargo de ellos.
Solamente se ha quedado con uno, un adolescente árabe, Mohamed, Momo para los amigos que la quiere como a su madre y que cuida de ella cuando se está muriendo.
Inicialmente me pareció que se trataba de una gran oportunidad para el lucimiento de Concha Velasco, que lo es, pero también ha sido un duelo de talentos con Rubén de Eguía, el actor que interpreta a Momo y, por momentos, casi le gana a la actriz.
Concha Velasco hace de vieja, fea, enferma, patética, con pesadillas y malos recuerdos, sabe que le queda poco tiempo y salvo a Momo y al médico que va a verla no tiene a nadie más. Momo no sabe nada de su origen y aunque quiere saber quiénes eran sus padres, cuando su padre biológico aparece a recogerle no se va con él. Acepta y se une la farsa que interpreta Rosa para quedarse en su casa.
Me ha parecido una obra conmovedora. Me ha dado mucha pena la tremenda soledad en la que viven los dos personajes y he sentido que, a pesar de que se trata de un texto de hace muchos años, tiene mucho de actual. Hay mucha gente marginada por diversas razones que se queda sola.
El montaje me ha parecido muy bueno. La luz y la oscuridad sirven para marcar el paso del tiempo, casi no hay cambios de escenario. La mayor parte de la obra transcurre en la buhardilla de Rosa pero también bajan al sótano del edificio, donde finalmente se refugian para evitar que se lleven a Rosa al hospital.
Concha Velasco que siempre está sonriente y parece que va de divina por los escenarios y los medios de comunicación está espléndida en un papel muy difícil, que debe ser agotador. En esta obra no está divina. Ya no tiene nada, salvo, como le dice Momo, sólo la vida.
Primero, el montaje era muy sencillo: el cantante y dos músicos. Un piano y un teclado, y a veces, un violín o la guitarra del propio Milanés.
Luego, las canciones, sencillas, sin muchas vueltas pero bien escritas. La mayoría de sus canciones son de amor y muchas están dedicadas, por ejemplo, a una de sus hijas.
Aunque no conozco mucho de su trabajo, apenas tengo un par de discos suyos, reconocí muchas de las canciones que interpretó, bien porque las he escuchado en su voz o cantadas por otros artistas. Recuerdo especialmente la interpretación que hizo Amaya, de Mocedades de "El breve espacio" y que en esta ocasión fue la canción de despedida del recital.
Una cosa que me llamó la atención es que cuando pidió, al igual que casi todos los artistas que he visto en este tipo de recitales, al público que cantara con él, mucha gente si se sabía la letra de las canciones y no fue necesario que el siguiera cantando. El público cantó, con gusto, toda la canción; la mayoría de las veces, con otros cantantes, el público se ha sabido un par de frases y luego la cosa ha decaído muy rápida y hasta casi patéticamente.
No hubo bailes, ni coros, ni cambios de vestuario, ni tremendas zalamerías para ganarse el aplauso. Fue él solo el que llenó el escenario y lo hizo de una manera tan sencilla y grata que resultó maravillosa.
Es una excelente bailarina y tiene ganado al público de Valladolid que la aplaude solamente por salir al escenario (eso ya es tema de otro texto) pero, aunque reconozco que baila muy bien y que su trabajo es brillante, hay cosas que no me han gustado, ni del ballet anterior ni de esta antología.
De las catorce categorías que aparecen en la ficha artística del programa, ella es la titular de cinco. Es responsable de la coreografía, de la dirección, la escenografía, el vestuario, las luces y hasta los bailarines.
Puedo aceptar que es una creadora interesante y que pueda dirigir muy bien a su grupo de baile pero la dramatización, especialmente obvia en esta antología es escasa e ineficaz. La escenografía no es buena, cuando existe y va algo más allá de unas sillas (casi nunca), el vestuario no es especialmente bueno, las luces están bien, pero no sé a qué se refiera cuando se pone como responsable de los bailarines. Supongo que de su formación, aunque hay una maestra de ballet y una repetidora en la ficha.
Su protagonismo llega a ser un poco cargante, especialmente porque da la sensación de que está bailando para complacer al público y sus gestos buscan el aplauso más que la representación del personaje que supuestamente está interpretando. Parece que necesita oír los aplausos para sentirse bien sobre el escenario.
Los bailarines son buenos y cuando se pueden lucir, muestran que saben hacer cosas más allá de repetir los pasos que les han marcado. Los cantantes y músicos son buenos también.
Me ha parecido un espectáculo hecho con más medios de los que normalmente se ven en un grupo de flamenco (sin llegar a los medios del Ballet Nacional de España, claro está) pero que no se han aprovechado todo lo bien que pudieran haber sido.
Según han dicho, esta antología es una gira de despedida porque estará retirada dos años. No sé si podrá resistir tanto tiempo sin que la aplaudan.
El propio programa de mano habla de una "astracanada", es decir una farsa exagerada, divertida, sin mucha profundidad. Casi una parodia de lo que debería ser el teatro, en este caso, de las obras de caballeros y damas, en verso.
El director y actor principal lleva muchos años representando el papel de Don Mendo y ha estado por toda España; no sé cuántos de los demás actores sean tan veteranos como él, quizás su hermano, que también actúa, pero hay varias chicas que son demasiado jóvenes para llevar mucho tiempo en la compañía, salvo que hayan debutado en la guardería.
La obra está montada con medios, hay cambios de escenografía y de vestuario, bastantes actores, lo que hoy en día es casi una rareza y es bastante divertida, especialmente si no esperas nada muy profundo.
Tuvo algunos momentos especialmente graciosos que no estaban incluidos en el guión. Uno de los actores casi se despeña por las escaleras al bajar al patio de butacas y en el accidente casi lastimó a un espectador. La caída fue muy graciosa, el espectador se lo tomó relativamente bien y luego hasta salió a bailar con toda la compañía (y no, no estaba en el guión).
Otro de los actores que supuestamente hacía de "tullido" se negó a bajar por el "despeñadero" y optó por salir por detrás ante el desconcierto de sus compañeros y risas de todos.
La dama joven resultó ser una auténtica desgraciada y mal nacida que cambiaba de amantes como la mayoría de nosotros de calcetines y al final salió bastante perjudicada, cuando su marido y su padre se enteran del alcance de su maldad.
Se supone que don Mendo es un hombre guapo del que se enamoran al primer vistazo todas las mujeres. En este caso resultaba algo difícil de creer, pero ello contribuía a la diversión.
Para mí, como se trataba de una obra escrita para reírse, me pareció muy divertida. Creo que todos, público y actores disfrutan con la representación, nadie se toma muy en serio lo que está ocurriendo sobre el escenario pero si que se lo pasan bien.
El hombre en cuestión era Jim Phelps, interpretado por Peter Graves. Una vez que había escuchado las instrucciones y abierto el sobre con la documentación y fotografías de la misión, el hombre seleccionaba a los miembros del equipo que trabajarían con él.
Aunque fueron cambiando con el paso de las temporadas, recuerdo especialmente a Martin Landau que se especializaba en hacer máscaras de látex para representar a alguno de los personajes (de los malos) y Barbara Bain, una mujer rubia y elegante que también sabía como representar a otras personas y resolver toda clase de problemas.
Era una serie anterior al desarrollo de muchos de los artilugios con los que hoy convivimos. No había i-pods, ni teléfonos móviles, ni cámaras web, ni cosas de ese estilo, pero el equipo siempre resolvía los problemas y salía adelante, defendiendo "el bien". No solía morir mucha gente y si ocurría, eran de los malos, así que casi ni contaban. La mayoría de los casos involucraban una lucha contra "el mal" que venía ser el comunismo.
De hecho, la serie tenía un marcado tinte ideológico pero ni me daba cuenta. Siempre estaba muy ocupado intentando adivinar cómo resolverían el caso, o si el que parecía "el malo" era uno de los "buenos" disfrazado para la ocasión.
Luego, han hecho tres películas con el mismo nombre y con un famoso actor en el equivalente del papel que interpretaba Peter Graves. Solamente vi la primera y me pareció insoportable. Un derroche de medios para el lucimiento de un actor malo y fatuo.
He leído hoy que se ha muerto Peter Graves. Me ha dado pena porque ya no podrá aceptar más misiones. El "bien" ha perdido otro de sus defensores.
Tuvo muchas cosas muy buenas, por ejemplo, para la transición de un país a otro, había un antiguo gramófono en el escenario que se iluminaba y del que se escuchaba música alusiva a lo que luego interpretaría. Los músicos son realmente muy buenos y su interpretación vocal fue extraordinaria.
Sin embargo, no hubo mariachis, como había prometido antes del concierto, y las canciones mexicanas con bandoneón pues no suenan bien. La puesta en escena para las canciones argentinas parecía completamente improvisada, y ella no se veía a gusto con el sombrerito y cuellos y puños a lo "Cabaret". En las coplas y canciones españolas lució mucho más y fue muy aplaudida e interrumpida por el público que no sabía si ya había terminado de cantar o si iba a seguir con la misma canción. Algunos gestos de agradecimiento y caravanas que hizo no me parecieron reales.
Por lo demás, es bueno escuchar canciones de "las de siempre" bien cantadas. He disfrutado mucho escuchando canciones de otros tiempos y otras voces.
La manifestación estaba convocada por la Asociación de Vecinos del barrio de la Rondilla y se suponía que acudirían muchos inmigrantes de las diversas asociaciones que hay en Valladolid.
La verdad es que prácticamente no había inmigrantes; había un puñado de ecuatorianos y de marroquíes y el resto de la gente era española. No entendí muy bien porque las asociaciones supuestamente se habían "adherido" al manifiesto de protesta y luego no se dignaron acudir a apoyar su lectura y a demostrar su indignación por el trato que está recibiendo la gente extranjera.
De hecho, vivo a la vuelta de la esquina de una de las paradas de "La Ruta del Hereje" que señala los lugares donde habitaron los personajes del libro o donde acontece algún evento importante del mismo.
Delibes recibió muchísimos premios, todos muy bien merecidos pero creo que uno de los más importantes ha sido el aprecio y respeto que la gente de Valladolid ha sentido por él. El Ayuntamiento ha decretado tres días de luto oficial y se le enterrará en el Cementerio del Carmen, en el Pabellón de Personajes Ilustres.
Recuerdo la película "Los Santos Inocentes", que mostraba una realidad rural que no había visto y de la que no tenía mucha idea. El libro es uno de mis favoritos. Hoy volveré a leer alguna de sus páginas.
Foto: El Norte de Castilla
Fue en marzo en un día especialmente bonito, con sol, con muchos colores, muchas sonrisas, muchos invitados.
No ha quedado muy claro quienes más están en el almacén aunque seguramente serán algunas de las más famosas celebridades españolas e internacionales que han dejado de serlo. ¡Y con lo caro que sale hacer estas figuras!
La idea quedó desechada por la aparente poca rentabilidad económica que tenía esa opción profesional y, también, por la ingente cantidad de cursos de matemáticas que había que cursar para poder aprender a descubrir yacimientos y templos y toda clase de vestigios arqueológicos.
En vez de arqueología estudié Relaciones Internacionales, con la que podría trabajar "por todo el mundo" (nadie me explicó cómo) y que solamente tenía un curso de estadística descriptiva al que sobreviví con honores y parabienes y con una calculadora de bolsillo.
No dejo de sentir una cierta nostalgia cada vez que leo sobre un descubrimiento arqueológico en México y siempre pienso que tal vez hasta hubiera podido aprender a sumar y restar y que estaría ahora descubriendo templos y ruinas en medio de la Ciudad de México.
Este último descubrimiento confirma mi teoría de que no se necesitaban tantas matemáticas para ser arqueólogo. Resulta que hace 50 años un arqueólogo y arquitecto hizo una maqueta de lo que se suponía era el Centro Ceremonial de los aztecas a la llegada de los españoles. Esa maqueta aún existe y se ha reproducido y fotografiado en numerosas ocasiones.
Pues, siguiendo la distribución de los edificios imaginados en la maqueta y utilizando los vestigios que se han encontrado del templo mayor, se ha dado ahora con el templo dedicado al dios del viento, Ehécatl. Obviamente, son restos, pero se puede ver que la estructura concuerda en ubicación con la maqueta y en forma -circular- con otro templo, mucho más pequeño que se encuentra en el interior de la estación de metro de Pino Suárez y que se encontró cuando se construyó el metro.
La estructura está justo detrás de la Catedral de la ciudad de México y creo que no se podrá rescatar mucho porque habría que derribar edificios históricos, de la época colonial.
Así que, quizás sea el momento de retomar la arqueología. Nunca se sabe, tal vez encuentre algún yacimiento importante.
Muchas veces no son tan buenos como los que metí en la maleta pero de vez en cuando encuentro alguna sorpresa, bien un libro que no vi por la librería antes del viaje, bien una edición de bolsillo de alguno de los que no compré porque eran muy caros.
He visto unas fotos de una librería en la playa que han construido en Australia. No se trata del típico edificio sino de una estructura hecha con estanterías de Ikea a la que te puedes acercar a curiosear y comprar sin necesidad de abandonar tu codiciado lugar bajo el sol. En bañador y con las gafas de sol...
Los compradores han donado el precio del libro a la Fundación Australiana para la Lectura, que me parece también una acción solidaria bastante positiva. Así que en vez del "Hello!" o de la revista de crucigramas, los bañistas podían leer algo un poco más sustancioso, apoyar la promoción de la lectura e, incluso, conocer a esa otra persona tan mona que estaba un par de toallas más allá...
Creo que hacía mucho que no veía el teatro tan completamente lleno como en esta ocasión, y eso a pesar de que el estreno se retrasó más de mes y medio de la fecha prevista y de que no bailaba Ángel Corella por problemas médicos.
Según declaró Corella a la prensa, el hecho de que ha protagonizado este ballet en numerosas ocasiones le ha permitido crear un montaje nuevo, con lo mejor de las versiones existentes a la fecha.
La verdad es que me ha parecido un montaje memorable. La música interpretada esta vez por la Orquesta Sinfónica de Kiev fue brillante, los bailarines estuvieron estupendos en todo momento, la acción transcurrió tan fluidamente que me pareció corto, aunque duró más de dos horas. Habría que destacar el trabajo de Hernán Cornejo, como Sigfrido, y Fernando Bufalá como Benno pero muy especialmente, el de Adiarys Almeida como Odette/Odile. Me ha impresionado especialmente: cuando era Odette, realmente daba la sensación de que era un cisne indefenso y frágil, pero elegante en sus movimientos; cuando era Odile sentías que estaba engañando a Sigfrido y a toda la corte con un encanto fingido y malvado.
Los cisnes del ballet tuvieron también momentos especialmente hermosos y, en general, todos los bailarines se lucieron.
El montaje está hecho con muchos recursos: el vestuario es elegante, lujoso, la escenografía es también muy hermosa y elegante, aunque en realidad es bastante sencilla. Destaca especialmente el salón del castillo que parecía mucho más real de lo que era.
He visto otras producciones de este ballet en Madrid y en México y creo que me quedo con ésta como la más impresionante. Va a viajar a otras ciudades españolas, así que espero que mucha gente tenga ocasión de verla.
Lo menos que puedo decir del montaje es que es sorprendente. Se supone que la acción tiene lugar en algún momento del siglo XVIII pero de eso casi no queda nada: unos pocos personajes que aparecen dentro de un cuadro y del que algunos logran escapar para refugiarse en Lavapiés donde el barbero y la costurera les acogen y ayudan.
El resto de la historia transcurre en los años 60, y todos los demás personajes parecen recién desembarcados de un "stargate" de la películo "Grease": vespas, modelos, peinados, actitudes son, supuestamente, propias del Madrid de esos años (no lo viví, así que no lo sé, pero algo me dice que probablemente no sea así del todo).
Los cantantes son buenos, y el montaje contó con muchos recursos: un amplio reparto, un nutrido coro, figurantes, orquesta, hasta la tuna. Claro que los bailes de twist no eran lo que esperaba ver.
Realmente, no suelo fijarme en los perfumes que usa la gente y soy incapaz de distinguir uno de otro. Uso alguno pero no me detengo demasiado tiempo a escogerlo y comprarlo y tiendo a usar la misma marca desde hace ya muchos años.
Para las chicas, y algunos chicos, este no es el caso. Les resulta muy importante "oler a..." y gastan mucho dinero en comprar lo que se vende por la tele, generalmente como ejemplos de éxito masculino o de profunda y voluptuosa pasión femenina.
Como sabía que a la secretaria de la oficina le encantaba probarse perfumes y cambiar de un aroma a otro, pensé que ganaría puntos preguntándole si había cambiado de perfume; después de todo, lo hacía casi cada semana.
¿Que me contestó? "No, no he cambiado de perfume. Es el ambipur"