

Su concierto en el Teatro Calderón fue brillante como pocos. Empezó con canciones de su más reciente disco, "La Pasión", que principalmente eran boleros y con los que parecía estar muy a gusto.
Luego fue presentando canciones de sus distintos discos y épocas, incluyendo su etapa de rockera. Puso a bailar a todo el teatro, que realmente disfrutó con lo que ella estaba haciendo en el escenario. Volvió a las canciones de La Pasión y terminó, como no podría ser de otra forma, con el famoso "Piensa en Mí".
Su presencia en el escenario me hacía recordar a diferentes personas, no necesariamente artistas, ni siquiera conocidas. A veces parecía un poco desvalida y frágil aunque era obvio que controlaba perfectamente la situación; un grupo de 13 músicos la arroparon espléndidamente en arreglos elegantes y muy cuidados.
Fueron tantas las canciones que ofreció que el concierto se alargó más de lo esperado. Al contrario de otras ocasiones, nadie quería moverse de su asiento y creo que muchos nos hubiésemos quedado con ella mucho más rato. Aunque la se quedó conmigo fue ella, ya que he seguido oyendo su versión de la famosa canción y algunas otras que interpretó, sin necesidad de poner el CD.
Creo que hacía mucho que no veía el teatro tan completamente lleno como en esta ocasión, y eso a pesar de que el estreno se retrasó más de mes y medio de la fecha prevista y de que no bailaba Ángel Corella por problemas médicos.
Según declaró Corella a la prensa, el hecho de que ha protagonizado este ballet en numerosas ocasiones le ha permitido crear un montaje nuevo, con lo mejor de las versiones existentes a la fecha.
La verdad es que me ha parecido un montaje memorable. La música interpretada esta vez por la Orquesta Sinfónica de Kiev fue brillante, los bailarines estuvieron estupendos en todo momento, la acción transcurrió tan fluidamente que me pareció corto, aunque duró más de dos horas. Habría que destacar el trabajo de Hernán Cornejo, como Sigfrido, y Fernando Bufalá como Benno pero muy especialmente, el de Adiarys Almeida como Odette/Odile. Me ha impresionado especialmente: cuando era Odette, realmente daba la sensación de que era un cisne indefenso y frágil, pero elegante en sus movimientos; cuando era Odile sentías que estaba engañando a Sigfrido y a toda la corte con un encanto fingido y malvado.
Los cisnes del ballet tuvieron también momentos especialmente hermosos y, en general, todos los bailarines se lucieron.
El montaje está hecho con muchos recursos: el vestuario es elegante, lujoso, la escenografía es también muy hermosa y elegante, aunque en realidad es bastante sencilla. Destaca especialmente el salón del castillo que parecía mucho más real de lo que era.
He visto otras producciones de este ballet en Madrid y en México y creo que me quedo con ésta como la más impresionante. Va a viajar a otras ciudades españolas, así que espero que mucha gente tenga ocasión de verla.