Entre la cantidad de mensajes con imágenes que me llegan al día, el otro día me encontré con uno que me gustó mucho. Y no, no llevaba implícita ninguna maldición de esas de "después de ver este power point tienes 15 segundos para rezar un rosario completo y enviar el mensaje a 500 personas. De lo contrario, caerá sobre tí la maldición eterna, te saldrá caspa, te quedarás calvo, la vecina guapa dejará de saludarte y recibirás otros 500 mensajes como éste".
En todo caso, el mensaje me gustó porque traía fotos de objetos y lugares típicos de los años 50 y principios de los 60 y al verlas, recordé cuántos de esos objetos había por casa o por la de algún familiar.
Por ejemplo,
tuve uno de estos aros "hoola hop" pero nunca fui muy bueno con él. Y desde luego, lo de intentar usar varios al mismo tiempo no estaba contemplado en el guión.
Mi madre tenía una de estas máquinas lavadoras. Había que pasar la ropa entre los rodillos y darle a la manivela para exprimirla. Desde luego, mi madre nunca puso esa sonrisa cuando estaba usando la máquina, ni esa, ni la siguiente máquina ni la otra.
Y la nevera, la original porque la siguiente que era más moderna, ya no era así, tenía estas bandejas para hacer cubitos de hielo. Para sacar los cubitos tirabas de la palanca y ya estaba. Mucho mejor que las bandejas de plástico de hoy en día. Además, mi madre y mi hermana usaban las bandejas para hacer tartas heladas.
Y este aparato se llamaba "View Master". Tenías que meter uno de los disquitos y accionar la palanca lateral para hacerlo girar en el interior. De ese modo podías ver hasta 7 imágenes distintas. Tuve un set completo de fotos de Disneylandia que era el no va más. Casi, casi como estar allí.
Y en casa también había una versión algo más moderna de esta cámara. Llevaba un carrete que tenía una lengüeta de papel que había que insertar en un rodillo, cerrar la cámara y girar el botón para que corriese la película. Las fotos que obtenías eran cuadradas y tenían bordes blancos.
Y claro, se necesitaban de estas cosas para hacer fotos con flash. Eran muy, muy caras y había que planificar cuidadosamente cuántas fotos de interior ibas a hacer; nada de hacer 100 y elegir la mejor, se hacía "la foto" y ya estaba.
Y solamente en las grandes ocasiones (los bautizos, las bodas) se hacían películas que luego había que ver con la ayuda de este proyector.
Y este aparato me parecía lo más interesante. Me encantaba poder poner un papel y darle a las teclas para componer las palabras. Claro que hacía mucho ruido y toda la casa se enteraba por dónde andabas.
Y esto era todo un avance. No tenías que quedarte sentado al lado de la radio para escucharla. La radio podía ir contigo, a donde tú quisieras y podías escuchar todo lo que quisieras. Llevaba una antena extensible, larga, larga.
Y podíamos escuchar los mejores éxitos en uno de estos aparatos. Además, podías poner unos cuantos discos, que iban cayendo. Con este aparato ya no tenía que esperar a que no hubiera nadie en el salón para poder escuchar la música que me gustaba y que, en general, a nadie más de mi familia le gustaba.
En mi primer viaje a Estados Unidos, pasamos varios días en San Antonio, Texas. La calle comercial era como ésta. Pasamos largas horas andando de un lado al otro de la calle, comprando cosas. En aquella época aún no existían los centros comerciales y todas las tiendas importantes se encontraban en el centro de las ciudades.
Esta tienda, Woolworth era uno de los sitios donde más tiempo pasaba, relativamente cerca de casa. Tenía muchos departamentos en los que encontrabas de todo. En Estados Unidos se les llamaba "Nickel and Dime store" porque eran muy baratas. En España hace años también las había pero cerraron hace mucho tiempo. En México había muchas pero casi todas han desaparecido. Queda una muy grande en la Avenida Insurgentes.
Uno de sus principales atractivos era la fuente de sodas donde podías comer hamburguesas y helados fantásticos. Una pena que ya no existan.