Se trata de una obra recién estrenada del director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y autor de "Bajarse al Moro" y "La estanquera de Vallecas", entre otras muchas.
Es un montaje muy cuidado, con una sola escenografía que representa el patio de una casa que está a punto de ser derrumbada para dar paso a una autopista. Hay dos grupos de personajes, uno formado por un gato y una gata que han sido pareja y que siempre han vivido en la casa y a los que visita un par de veces un gato vecino. El otro lo forman dos empleados de una empresa de mudanzas encargados de sacar las cosas que quedan en la casa.
Los gatos que no van como en "Cats" sino de normales, rememoran la vida que han llevado en la casa, los miembros de la familia que la habitaba y las relaciones que tenían con ellos. Solamente Beatriz Bergamín, que hace de la gata vieja, adopta por momentos posiciones y gestos que recuerdan a los de un gato. Hector Colomé, el gato viejo podría ser el abuelo cascarrabias de la familia por sus gestos y movimientos.
Hay un empleado de mudanzas que está confundido por la actitud y los rasgos del otro empleado, que en realidad es una chica disfrazada de chico porque va siguiendo al amor de su vida (el empleado de mudanzas) aunque éste no sabe que le va siguiendo, ni que es el amor de la vida de alguien.
La trama no da para mucho y no me impresionó especialmente; había momentos que podían haber sido algo más graciosos, como cuando el gato viejo le confiesa a la gata que se comió un papel muy importante para los dueños de la casa, o cuando el falso chico le tira los tejos al chico que no sabe qué hacer.
También, los momentos "mágicos" podían haber sido algo más mágicos, como cuando el falso chico se convierte en chica o cuando la gata encuentra el anillo de la señora, y cuando la parejita encuentra ese mismo anillo para sellar su amor eterno.
Creo que la mayor parte del público se sintió igual porque no hubo muchos aplausos ni vítores...
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