9:00 |
Author: AMCYL
En el teatro Zorrilla he visto una producción de "Madame Butterfly". de la Compañía Estudio Lírico de Madrid. Es la primera producción que he visto de ellos y no me ha parecido mal.
Por una parte, me gusta la ópera representada a la manera tradicional, sin modernismos ni moderneces como a veces nos la presentan en el Teatro Real. Por otra, a Valladolid llega muy poca. Apenas dos producciones al año en el Teatro Calderón. De manera que cualquier otra representación que llegue a la ciudad me parece bienvenida.
En este caso, el teatro Zorrilla quizás no era el más apropiado para la escenografía que han traído porque estaba un poco justo de espacio. A juzgar por las fotos que aparecen en la web de la compañía, han tenido que adaptar el escenario y los movimientos de escena al espacio que tenían.
Por otra parte, se trata de una compañía que incluye artistas cubanos y de Europa del Este entre los cantantes, lo que me parece estupendo porque nos deja oir voces buenas, aunque no sean conocidas.
En el montaje hubo un par de cosas curiosas. El cónsul apareció en traje de calle que no se correspondía con la época de la acción, finales del siglo XIX, sino más bien Corte Inglés 2008. Algunos de los personajes iban maquillados con la cara blanca para hacerlos japoneses, pero otros no. La cantante que interpreta a Zusuki es mulata y quedaba bastante extraña con la cara blanqueada. Realmente, no quedaba nada favorecida, sino que parecía que se había salido de alguna escena de "Crepúsculo".
La soprano estrella, de nacionalidad ucraniana para mí que lo hizo bastante bien. Era obvio que lleva mucho tiempo haciendo ese papel porque se manejaba muy bien e interpretó muy bien, incluso brillantemente, las arias que le corresponden. El tenor, con el desagradable papel de Pinkerton, que se aprovecha de la ingenuidad de la pobre Butterfly para luego volver casado con una norteamericana a la misma casa, hizo muy bien su papel, aunque me pareció mucho más destacable el trabajo del cantante que interpretó al cónsul, a pesar de su traje del Corte Inglés.
La ópera de Madame Butterfly siempre se ve con agrado. Tiene sus elementos curiosos al estar situada en un Japón del que apenas se muestran rasgos pero los que se ven son muy vistosos: los kimonos, las geishas, la casita de papel...Luego está el choque de culturas con la norteamericana y cómo el invasor (Pinkerton) se aprovecha de las leyes del país invadido para usarlas a su favor, que es muy interesante. Él sabia desde el primer momento que no iba a quedarse con Butterfly más que un corto período de tiempo, mientras que ella pensaba que se casaba para siempre. Por él, renuncia a su familia y a su cultura. Se siente "norteamericana" aunque legalmente nunca lo fue.
Su firme creencia de que su amado va a volver la hace rechazar otros pretendientes japoneses. Su desencanto cuando se encuentra con la esposa norteamericana en su propio jardín es brutal. A él nunca llega a verlo pero no duda en ceder a su hijo para que lo crie la esposa norteamericana y tampoco duda en suicidarse puesto que ya no puede vivir deshonrada aunque creo que, sobre todo, ella siente que ya no puede vivir sin amor.
En los años que vivimos, los romances interculturales están a la orden del día. En Europa, los jóvenes viajan de un país a otro para "estudiar", aunque muchos llevan la idea de hacerse con una pareja del país donde residirán; qué pasará cuando termine el curso no importa. Es solamente la experiencia (o el status) de haber tenido una pareja extranjera. Las parejas que sobreviven o que se establecen con la idea de perdurabilidad se enfrentan a numerosas dificultades: la falta de apoyo de las familias, el rechazo de la comunidad donde se establecen (sutil, pero presente), las enormes diferencias en mentalidad y en educación, que no son visibles a primera vista pero que se van haciendo más evidentes en la convivencia diaria.
Obviamente, las relaciones no terminan como en esta ópera, aunque algunas sí...
Por una parte, me gusta la ópera representada a la manera tradicional, sin modernismos ni moderneces como a veces nos la presentan en el Teatro Real. Por otra, a Valladolid llega muy poca. Apenas dos producciones al año en el Teatro Calderón. De manera que cualquier otra representación que llegue a la ciudad me parece bienvenida.
En este caso, el teatro Zorrilla quizás no era el más apropiado para la escenografía que han traído porque estaba un poco justo de espacio. A juzgar por las fotos que aparecen en la web de la compañía, han tenido que adaptar el escenario y los movimientos de escena al espacio que tenían.
Por otra parte, se trata de una compañía que incluye artistas cubanos y de Europa del Este entre los cantantes, lo que me parece estupendo porque nos deja oir voces buenas, aunque no sean conocidas.
En el montaje hubo un par de cosas curiosas. El cónsul apareció en traje de calle que no se correspondía con la época de la acción, finales del siglo XIX, sino más bien Corte Inglés 2008. Algunos de los personajes iban maquillados con la cara blanca para hacerlos japoneses, pero otros no. La cantante que interpreta a Zusuki es mulata y quedaba bastante extraña con la cara blanqueada. Realmente, no quedaba nada favorecida, sino que parecía que se había salido de alguna escena de "Crepúsculo".
La soprano estrella, de nacionalidad ucraniana para mí que lo hizo bastante bien. Era obvio que lleva mucho tiempo haciendo ese papel porque se manejaba muy bien e interpretó muy bien, incluso brillantemente, las arias que le corresponden. El tenor, con el desagradable papel de Pinkerton, que se aprovecha de la ingenuidad de la pobre Butterfly para luego volver casado con una norteamericana a la misma casa, hizo muy bien su papel, aunque me pareció mucho más destacable el trabajo del cantante que interpretó al cónsul, a pesar de su traje del Corte Inglés.
La ópera de Madame Butterfly siempre se ve con agrado. Tiene sus elementos curiosos al estar situada en un Japón del que apenas se muestran rasgos pero los que se ven son muy vistosos: los kimonos, las geishas, la casita de papel...Luego está el choque de culturas con la norteamericana y cómo el invasor (Pinkerton) se aprovecha de las leyes del país invadido para usarlas a su favor, que es muy interesante. Él sabia desde el primer momento que no iba a quedarse con Butterfly más que un corto período de tiempo, mientras que ella pensaba que se casaba para siempre. Por él, renuncia a su familia y a su cultura. Se siente "norteamericana" aunque legalmente nunca lo fue.
Su firme creencia de que su amado va a volver la hace rechazar otros pretendientes japoneses. Su desencanto cuando se encuentra con la esposa norteamericana en su propio jardín es brutal. A él nunca llega a verlo pero no duda en ceder a su hijo para que lo crie la esposa norteamericana y tampoco duda en suicidarse puesto que ya no puede vivir deshonrada aunque creo que, sobre todo, ella siente que ya no puede vivir sin amor.
En los años que vivimos, los romances interculturales están a la orden del día. En Europa, los jóvenes viajan de un país a otro para "estudiar", aunque muchos llevan la idea de hacerse con una pareja del país donde residirán; qué pasará cuando termine el curso no importa. Es solamente la experiencia (o el status) de haber tenido una pareja extranjera. Las parejas que sobreviven o que se establecen con la idea de perdurabilidad se enfrentan a numerosas dificultades: la falta de apoyo de las familias, el rechazo de la comunidad donde se establecen (sutil, pero presente), las enormes diferencias en mentalidad y en educación, que no son visibles a primera vista pero que se van haciendo más evidentes en la convivencia diaria.
Obviamente, las relaciones no terminan como en esta ópera, aunque algunas sí...
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ópera,
teatro Zorrilla
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