9:00 | Author: AMCYL

En el teatro Zorrilla se ha representado "Días de Vino y Rosas" con Carmelo Gómez y Silvia Abascal. La obra teatral está basada en la película del mismo nombre que intrepretaron Jack Lemmon y Lee Remick y que no he visto.

Aquí se han hecho algunas adaptaciones. Los únicos personajes, Luis y Sandra, son españoles que se conocen en el aeropuerto de Madrid cuando van a viajar a Nueva York. Ella, para empezar una nueva vida y él para trabajar como relaciones públicas de un jugador español de baloncesto que juega para un equipo norteamericano.

Él ya lleva el hábito de beber consigo pero ella en un principio, parece que no le gusta el alcohol. Ya en Nueva York, se han enrollado, se van a vivir juntos a un apartamento y llevan una vida idílica, más o menos. El trabaja para el equipo de baloncesto y ella es ama de casa; hasta tienen un hijo. De una forma u otra, empiezan a beber de más y a perder el control. Ella porque se aburre en casa y él porque es parte de su trabajo.


Su vida se deteriora, al igual que su casa. Pierden a los amigos, él se queda sin trabajo. Intentan dejarlo, fracasan. Al final, él ha conseguido dejar de beber y decide volverse a España con el hijo de ambos; ella vive en la calle y no quiere volver.

La obra está muy bien interpretada y llevada. Es un trabajo muy complicado pasar de la alegría a la borrachera, a la depresión, a los intentos por curarse para volver a caer. Los actores logran reflejar el deterioro emocional y físico en pocos momentos y con unos cuantos cambios de detalles. Ella pasa de ser una mujer hermosa a parecer un espectro desequilibrado. Él pasa de ser un chulo triunfador a un desesperado fracasado.

La obra no tiene final feliz. Los personajes no viven juntos ni son felices para siempre. Te quedas con la duda de qué pasará con ella y de si él realmente ha logrado rehabilitarse y si podrá rehacer su vida en España.

Me ha parecido un trabajo brillante, me ha gustado la relación que se establece entre los actores y cómo se apoyan para más tarde, destrozarse por culpa del alcohol.

Por lo que he leído, la película fue todo un mito en su momento y aún se utiliza en talleres de grupos de "Alcohólicos Anónimos"; los dos actores estelares y el propio director de la película, Blake Edwards, tuvieron que someterse a tratamientos para superar su adicción al alcohol.
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