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Author: AMCYL
He leído en el sitio web History.com que hace 98 años, un empleado del periódico New York Times envió un telegrama alrededor del mundo utilizando el servicio comercial disponible en ese época.
La idea al enviar el telegrama era saber cuánto tardaría el mensaje en dar la vuelta al mundo. El texto decía simplemente "Mensaje enviado alrededor del mundo" (y no "te quiero, te quiero, te quiero", como dice la canción) y salió de las salas de trabajo del New York Times, en la planta 17 de su edificio, a las 19:00 del 20 de agosto. Pasó por 16 operadores distintos, entre ellos San Francisco, las Filipinas, Hong Kong, Bombay, Malta, Lisboa y las Azores hasta que llegó a las manos del mismo operador, 16,5 minutos después.
Hoy en día los telegramas han dejado de enviarse al ser sustituidos, primero por el telex, luego por los faxes y por los correos electrónicos. Aunque nunca me han gustado los telegramas, recuerdo haber enviado algunos para felicitar cumpleaños a mis sobrinos. En algunas películas norteamericanas se veía como la gente recibía telegramas "cantados" en los que el repartidor hacóia sentidas interpretaciones del texto que figuraba en el papelito a entregar.
Había una frase que comparaba a los tipos antipáticos con los telegramas diciendo que eran "amarillentos, inoportunos y desagradables", pero no sé quién la originó. Los avances en los medios de comunicación escrita no dejan de asombrarme.
Hace años en México, cuando trabajaba en programas de intercambio, todas las comunicaciones, los envíos de las solicitudes de los participantes se hacían con mucha antelacion -cosa harto difícil en una sociedad acostumbrada a hacer todo "ahorita", en el último momento - y cualquier modificación en los arreglos originales requería el envío de un costoso telegrama o de una llamada telefónica, también muy cara.
Hoy en día en este tipo de programas, las solicitudes en papel prácticamente no salen del país de origen y se utilizan las versiones electrónicas de los documentos que llegan en segundos a todas las partes interesadas.
Aunque esto está muy bien, creo que todo el proceso ha perdido su encanto. Recuerdo de aquella etapa de trabajo el gusto que nos daba recibir los listados de familias anfitrionas de los estudiantes, y la emoción que ellos mismos sentían -según contaban- cuando recibían una carta de la familia donde iban a quedarse. Por muy decorado que esté el mensaje de correo electrónico nunca será igual.
La idea al enviar el telegrama era saber cuánto tardaría el mensaje en dar la vuelta al mundo. El texto decía simplemente "Mensaje enviado alrededor del mundo" (y no "te quiero, te quiero, te quiero", como dice la canción) y salió de las salas de trabajo del New York Times, en la planta 17 de su edificio, a las 19:00 del 20 de agosto. Pasó por 16 operadores distintos, entre ellos San Francisco, las Filipinas, Hong Kong, Bombay, Malta, Lisboa y las Azores hasta que llegó a las manos del mismo operador, 16,5 minutos después.
Hoy en día los telegramas han dejado de enviarse al ser sustituidos, primero por el telex, luego por los faxes y por los correos electrónicos. Aunque nunca me han gustado los telegramas, recuerdo haber enviado algunos para felicitar cumpleaños a mis sobrinos. En algunas películas norteamericanas se veía como la gente recibía telegramas "cantados" en los que el repartidor hacóia sentidas interpretaciones del texto que figuraba en el papelito a entregar.
Había una frase que comparaba a los tipos antipáticos con los telegramas diciendo que eran "amarillentos, inoportunos y desagradables", pero no sé quién la originó. Los avances en los medios de comunicación escrita no dejan de asombrarme.
Hace años en México, cuando trabajaba en programas de intercambio, todas las comunicaciones, los envíos de las solicitudes de los participantes se hacían con mucha antelacion -cosa harto difícil en una sociedad acostumbrada a hacer todo "ahorita", en el último momento - y cualquier modificación en los arreglos originales requería el envío de un costoso telegrama o de una llamada telefónica, también muy cara.
Hoy en día en este tipo de programas, las solicitudes en papel prácticamente no salen del país de origen y se utilizan las versiones electrónicas de los documentos que llegan en segundos a todas las partes interesadas.
Aunque esto está muy bien, creo que todo el proceso ha perdido su encanto. Recuerdo de aquella etapa de trabajo el gusto que nos daba recibir los listados de familias anfitrionas de los estudiantes, y la emoción que ellos mismos sentían -según contaban- cuando recibían una carta de la familia donde iban a quedarse. Por muy decorado que esté el mensaje de correo electrónico nunca será igual.
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