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Author: AMCYL
Eso es lo que muchas veces pensamos cuando viajamos en avión y nuestra maleta decide probar un destino diferente al nuestro.
He leído en el blog de José Javier Solabre que diariamente se extravían 90.000 maletas por todo el mundo y que solamente en Europa el 15% jamás son devueltas a sus dueños. Es desolador observar cómo toda la gente se va a casa con sus cosas y tú te quedas mirando la banda de equipajes a ver si de casualidad aparece por allí tu maleta. Siempre recordaré una vez que iba en uno de esos autobuses que te llevan de la terminal al avión y vimos (todos los que íbamos de ese lado del autobús) una maleta abandonada en medio de la nada...
Seguramente en alguno de los viajes has perdido una maleta. Que yo recuerde, la he perdido cuatro veces. Una, hace ya mucho tiempo, volando de Los Angeles a México. La maleta tardó varios días en llegar, pero apareció intacta.
La última vez fue en un vuelo de Alicante a Madrid, en la que ocurrió algo bastante misterioso. En esa ocasión viajaba con una compañera de trabajo y facturamos dos maletas y una pancarta enrollada (veníamos de un congreso). Cuando estábamos en la sala de espera nos informaron que el vuelo estaba cancelado, así que volvimos al mostrador y conseguimos cambiar a otro vuelo. Cuando pedimos nuestras maletas, aparecieron solamente la pancarta y la maleta de ella; la mía no estaba por ningún lado. Cuando llegamos a Madrid resultó que mi maleta estaba en la terminal 4 (llegamos a la 2) desde hacía un rato. Inexplicable. Fuimos a la terminal 4 y efectivamente, allí estaba, sola, sin nadie que le hiciera compañía.
Algo parecido me ocurrió en un vuelo de Cincinnatti a Cleveland, que se suspendió por una alarma de tornado. Después de pasar un largo rato en un refugio en el sótano del aeropuerto, nos dejaron salir y nos dieron cupones para un hotel del aeropuerto. Todos los pasajeros recuperaron sus maletas excepto yo. La mía no estaba. No se sabía si se la había llevado el tornado, junto a Dorothy y Totó, o qué había pasado con ella. Me dieron un "kit de acampada", con cosméticos y una camiseta y un calzoncillo. Esa noche tuve que improvisar con dos vasos de agua para dejar las lentillas ya que los líquidos y el estuche estaban en paradero desconocido.
A la mañana siguiente, cuando llegué a Cleveland, mi maleta estaba esperándome. Al parecer, se confundió de vuelo y alcanzó a viajar antes de que se declarase la alarma de tornado.
La otra ocasión que perdí la maleta realmente no fue una pérdida sino una confusión. Viajaba a Salónica, Grecia, con un itinerario de los que solamente Iberia se puede inventar. Iba desde Madrid hasta Barcelona, donde no solamente tenía que cambiar de avión, sino salir de la zona de vuelos nacionales para entrar a la de vuelos internacionales y volver a embarcar ¡en el mismo avión! para viajar a Atenas y de allí, tras varias horas de espera, a Salónica.
Cuando llegué a Salónica estaba francamente roto y me dio mucha alegría ver mi maleta salir indemne por la banda de equipajes. Hay que decir que se trataba de una maleta muy poco común que había comprado en Estados Unidos (se puede doblar hasta guardarla en un estuche del tamaño de un libro). Feliz, recogí la maleta y me dirigí hacia la puerta. Por el camino pensé que la maleta había engordado porque pesaba más de lo que yo recordaba...
¡No era mi maleta! Era una maleta exactamente igual a la mía, con las mismas etiquetas de Iberia que también había viajado desde Madrid...volví a la banda de equipajes y discretamente la coloqué para que diera vueltas, esperando a ver si la que era realmente mía aparecía. Unos pocos minutos después salió mi maleta. La hermana gemela era de una señora.
Foto: Dreamstime
He leído en el blog de José Javier Solabre que diariamente se extravían 90.000 maletas por todo el mundo y que solamente en Europa el 15% jamás son devueltas a sus dueños. Es desolador observar cómo toda la gente se va a casa con sus cosas y tú te quedas mirando la banda de equipajes a ver si de casualidad aparece por allí tu maleta. Siempre recordaré una vez que iba en uno de esos autobuses que te llevan de la terminal al avión y vimos (todos los que íbamos de ese lado del autobús) una maleta abandonada en medio de la nada...
Seguramente en alguno de los viajes has perdido una maleta. Que yo recuerde, la he perdido cuatro veces. Una, hace ya mucho tiempo, volando de Los Angeles a México. La maleta tardó varios días en llegar, pero apareció intacta.
La última vez fue en un vuelo de Alicante a Madrid, en la que ocurrió algo bastante misterioso. En esa ocasión viajaba con una compañera de trabajo y facturamos dos maletas y una pancarta enrollada (veníamos de un congreso). Cuando estábamos en la sala de espera nos informaron que el vuelo estaba cancelado, así que volvimos al mostrador y conseguimos cambiar a otro vuelo. Cuando pedimos nuestras maletas, aparecieron solamente la pancarta y la maleta de ella; la mía no estaba por ningún lado. Cuando llegamos a Madrid resultó que mi maleta estaba en la terminal 4 (llegamos a la 2) desde hacía un rato. Inexplicable. Fuimos a la terminal 4 y efectivamente, allí estaba, sola, sin nadie que le hiciera compañía.
Algo parecido me ocurrió en un vuelo de Cincinnatti a Cleveland, que se suspendió por una alarma de tornado. Después de pasar un largo rato en un refugio en el sótano del aeropuerto, nos dejaron salir y nos dieron cupones para un hotel del aeropuerto. Todos los pasajeros recuperaron sus maletas excepto yo. La mía no estaba. No se sabía si se la había llevado el tornado, junto a Dorothy y Totó, o qué había pasado con ella. Me dieron un "kit de acampada", con cosméticos y una camiseta y un calzoncillo. Esa noche tuve que improvisar con dos vasos de agua para dejar las lentillas ya que los líquidos y el estuche estaban en paradero desconocido.
A la mañana siguiente, cuando llegué a Cleveland, mi maleta estaba esperándome. Al parecer, se confundió de vuelo y alcanzó a viajar antes de que se declarase la alarma de tornado.
La otra ocasión que perdí la maleta realmente no fue una pérdida sino una confusión. Viajaba a Salónica, Grecia, con un itinerario de los que solamente Iberia se puede inventar. Iba desde Madrid hasta Barcelona, donde no solamente tenía que cambiar de avión, sino salir de la zona de vuelos nacionales para entrar a la de vuelos internacionales y volver a embarcar ¡en el mismo avión! para viajar a Atenas y de allí, tras varias horas de espera, a Salónica.
Cuando llegué a Salónica estaba francamente roto y me dio mucha alegría ver mi maleta salir indemne por la banda de equipajes. Hay que decir que se trataba de una maleta muy poco común que había comprado en Estados Unidos (se puede doblar hasta guardarla en un estuche del tamaño de un libro). Feliz, recogí la maleta y me dirigí hacia la puerta. Por el camino pensé que la maleta había engordado porque pesaba más de lo que yo recordaba...
¡No era mi maleta! Era una maleta exactamente igual a la mía, con las mismas etiquetas de Iberia que también había viajado desde Madrid...volví a la banda de equipajes y discretamente la coloqué para que diera vueltas, esperando a ver si la que era realmente mía aparecía. Unos pocos minutos después salió mi maleta. La hermana gemela era de una señora.
Foto: Dreamstime
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2 comentarios:
sólo me sucedió una vez, de Milan a Londres. lo recuperé todo.
me sucedió solo una vez, de Milan a Londres. al día siguiente me llevaron la maleta a la dirección que yo les dije, es decir, al trabajo