17:12 |
Author: AMCYL
Por alguna razón que no me quedó muy clara, mi familia eligió enviarme a un colegio bilingüe. No había realmente ninguna razón especial, porque en mi familia no se hablaba inglés y no había tradición de educación de ese tipo, aunque mis hermanas habían estudiado inglés durante sus estudios profesionales y trabajaban en empresas en las que ese idioma era importante.
Gracias a esa decisión y a una serie de viajes a Estados Unidos, conseguí un grado de bilingüismo inglés español que me ha permitido un desarrollo profesional que considero interesante y afortunado.
Sin embargo, con la llegada de familias inmigrantes a España surge un problema interesante. Muchos de estos niños hablan otro idioma y no saben español. Por tanto, se les considera, en muchos colegios, "con necesidades educativas especiales". Es decir, están en desventaja con el resto de sus compañeros. Sinceramente, creo que no es así y creo que se dejan perder recursos importantes para los propios niños, las escuelas y las comunidades donde viven. Me explico.
Es verdad que estos niños están en una cierta desventaja porque no saben español, pero es verdad, también, que la mayoría de ellos logra aprender español en poco tiempo y llegan, incluso, a demostrar que pueden ser alumnos brillantes. Pero en ese aprendizaje, en la mayoría de las ocasiones, se deja de lado el idioma nativo.
Muchas familias de inmigrantes quieren que sus hijos se integren lo más rápidamente posible en la nueva sociedad y les desaniman a seguir hablando su idioma nativo. (Obviamente, esto no ocurre en todas las familias). Pero cuando se fomenta el bilingüismo en esos niños, por ejemplo, en rumano y español, estamos dando importancia al idioma y la cultura de origen del niño. Si vamos más allá, y le dejamos compartir su idioma con el resto de los compañeros, enriqueceremos el entorno educativo y facilitaremos la aceptación e integración de estos niños en el aula, centro y comunidad.
Un ejemplo. Hace unos meses asistí a una actividad de animación a la lectura en un pueblo de la provincia de Valladolid, con niños de 7 años. Usando libros de distintos países, los animadores presentaron los personajes infantiles emblemáticos de cada uno; los niños conocían a muchos de los personajes más "típicos" pero cuando llegaron a los personajes de países como Rumania y Bulgaria, nadie sabía nada de ellos. De pronto, a uno de los niños se le iluminó la cara y reconoció al personaje rumano, llamándolo por su nombre. Resultó que el niño era rumano y llevaba poco tiempo en la clase. Pero el hecho de que supiera quién era ese personaje, pudiera dar unos pocos datos sobre el libro y decir unas pocas palabras en su idioma le hizo sentirse bien y despertó la curiosidad de los demás niños por su compañero y su país de origen. Espero que este niño siga hablando su idioma a la vez que aprende español. Dentro de unos años seguramente estará en ventaja a la hora de buscar un empleo en comercio internacional con los países de Europa del Este.
Gracias a esa decisión y a una serie de viajes a Estados Unidos, conseguí un grado de bilingüismo inglés español que me ha permitido un desarrollo profesional que considero interesante y afortunado.
Sin embargo, con la llegada de familias inmigrantes a España surge un problema interesante. Muchos de estos niños hablan otro idioma y no saben español. Por tanto, se les considera, en muchos colegios, "con necesidades educativas especiales". Es decir, están en desventaja con el resto de sus compañeros. Sinceramente, creo que no es así y creo que se dejan perder recursos importantes para los propios niños, las escuelas y las comunidades donde viven. Me explico.
Es verdad que estos niños están en una cierta desventaja porque no saben español, pero es verdad, también, que la mayoría de ellos logra aprender español en poco tiempo y llegan, incluso, a demostrar que pueden ser alumnos brillantes. Pero en ese aprendizaje, en la mayoría de las ocasiones, se deja de lado el idioma nativo.
Muchas familias de inmigrantes quieren que sus hijos se integren lo más rápidamente posible en la nueva sociedad y les desaniman a seguir hablando su idioma nativo. (Obviamente, esto no ocurre en todas las familias). Pero cuando se fomenta el bilingüismo en esos niños, por ejemplo, en rumano y español, estamos dando importancia al idioma y la cultura de origen del niño. Si vamos más allá, y le dejamos compartir su idioma con el resto de los compañeros, enriqueceremos el entorno educativo y facilitaremos la aceptación e integración de estos niños en el aula, centro y comunidad.
Un ejemplo. Hace unos meses asistí a una actividad de animación a la lectura en un pueblo de la provincia de Valladolid, con niños de 7 años. Usando libros de distintos países, los animadores presentaron los personajes infantiles emblemáticos de cada uno; los niños conocían a muchos de los personajes más "típicos" pero cuando llegaron a los personajes de países como Rumania y Bulgaria, nadie sabía nada de ellos. De pronto, a uno de los niños se le iluminó la cara y reconoció al personaje rumano, llamándolo por su nombre. Resultó que el niño era rumano y llevaba poco tiempo en la clase. Pero el hecho de que supiera quién era ese personaje, pudiera dar unos pocos datos sobre el libro y decir unas pocas palabras en su idioma le hizo sentirse bien y despertó la curiosidad de los demás niños por su compañero y su país de origen. Espero que este niño siga hablando su idioma a la vez que aprende español. Dentro de unos años seguramente estará en ventaja a la hora de buscar un empleo en comercio internacional con los países de Europa del Este.
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