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Author: AMCYL
La mayoría de la gente que conozco acumula objetos en casa o en el trabajo. Muchos dicen que coleccionan pero pocos realmente lo hacen. Una cosa es reunir muchos objetos del mismo tipo sin ton ni son y otra es coleccionarlos, cuidándolos, procurando obtener diferentes variedades, colores, tamaños, o que los objetos vengan de diferentes países o que tengan historias, que luego podamos recordar, interesantes.
Por ejemplo, en casa, pienso que acumulo libros pero no los atesoro, ni los clasifico ni procuro obtener ejemplares de primera edición ni autografiados. Simplemente, los compro, o los recibo gustosamente cuando me los regalan, y los leo. Cierto es que disfruto, más o menos, con la lectura de los libros pero una vez que termino con ellos, van a dar a la estantería y algunas veces, van de intercambio a casas de amigos o los vuelvo a leer cuando quiero recordar algún detalle o pasaje en especial.
Durante un tiempo coleccioné platos de cerámica. La idea original es que eran para mi hermana Alicia, que realmente disfruta con estos objetos, y empecé a comprarlos en diferentes sitios para, cuando volviese a México llevárselos. Resultó que me gustó tanto la idea de tenerlos en casa que cuando fui a México de vacaciones, no se los llevé. "La siguiente vez que vaya a México, se los llevo", pensé. Pero, ha habido varias "siguientes veces", mi propia hermana ha venido a casa y los platos no se han ido.
Por razones prácticas ya no los cuelgo ni exhibo todos y rara vez compro alguno nuevo. De hecho, cada cierto tiempo cambio los que están en el salón y en el comedor por los que están guardados en una caja. Aunque nunca he sistematizado la historia de los platos, recuerdo bastante bien de donde vienen, quién me los regaló, o dónde los compré. Muchos de ellos tienen un alto valor sentimental porque me los han traído gente a la que aprecio mucho.
Accidentalmente, empecé a coleccionar manos. No tengo muchas pero si que las he ido buscando en diferentes lugares y museos y ocupan un lugar especial en la entrada de casa. Las hay de madera, de cerámica, de pasta, de bronce. Algunas de estas manos me las han regalado buenos amigos y todas ellas dan la bienvenida a casa.
Soy un serio coleccionista de música. Me encanta encontrar un CD nuevo, escucharlo hasta que se borran las canciones (o casi), catalogarlo, y darle un sitio dentro de la colección. Tengo música de muchos estilos: antigua, ópera, sacra, pop, flamenca, latina, española, de todo. Es, creo yo, lo que me da más placer en casa.
Acumulo, porque aún no considero que colecciono todavía, otras cosas: cerillas, figuras de caballos, acuarelas, libros de cocina, reproducciones arqueológicas, relojes de Mickey Mouse, camisetas...
He visto un blog que reseña colecciones verdaderamente extrañas. Por ejemplo, hay alguien que colecciona rizos de cabello de personajes famosos, dálmatas de peluche, coches de excalectric, tostadores, happy meals (que horror), pastillas de jabón, autógrafos...
¡Si alguien quiere intercambiar una mano por un caballo de madera, que me lo diga!
Para ver las colecciones extrañas, usar este enlace.
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