Antes, cuando ibas a tomar una cerveza al bar, te daban una tapa, es decir, algo de comer que te invitaban. Podía ser un trozo de tortilla de patatas, un canapé, o alguna otra cosa. En algunos bares las tapas eran tan buenas y tan abundantes que luego ya no tenías hambre ni querías sentarte a comer, sobre todo si pedías dos o tres cervezas.

Hoy en día, pocos bares te invitan a una tapa. Más bien, la tienes que pedir y, por tanto, la tienes que pagar. Además, las tapas se han vuelto tan modernas y sofisticadas que, en algunos lugares, también tienes que pedir el manual de instrucciones.

La tortilla de patatas es cosa del pasado. Ahora hay que tomar “espuma hidrogenada al vacío con espíritu de patatas a la reducción de néctar de níscalos” o cosas así. Espero que sigan siendo productos saludables, aunque con los tratamientos que les dan a algunas cosas, es dudoso.

Eso sí, ahora las tapas son más bonitas y han generado toda una industria que fabrica recipientes para servirlas. Los platitos y los palillos también se han quedado desfasados y ahora se utilizan tubos de ensayo, cucharas-plato y otros objetos para degustarlas.

Creo que prefiero las tapas de antes. Al menos, sabía que era lo que estaba comiendo.

Foto: Restaurante Los Zagales, Valladolid