Ayer nevó. No solamente en Valladolid sino en muchas otras partes de Castilla y León y de España. Hubo gente que se quedó atrapada en la nieve, incluso tuvieron que dormir en sus coches o en algún sitio porque no se podía circular.

Por la ventana del despacho se ve el patio de un colegio y se podía ver a los chicos y chicas que jugaban muy contentos con la nieve, sin que les importara demasiado el frío. Al volver a casa por la tarde, el paseo por las aceras no era tan divertido. Había hielo y había que andar de manera muy prudente para evitar caerse. El parque enfrente de casa estaba nevado. Ahora mismo, las vistas del parque no son muy bonitas porque está en obras. La playa, en vez de bañistas tenía nieve y hielo.

Por la televisión esta mañana salió mucha gente que se había quedado atrapada, muy enfadada por la falta de previsión del gobierno que no había acudido de inmediato a abrir las carreteras. ¿Y no habría un poquito de falta de previsión por parte de los conductores que salieron de casa a pesar de las advertencias?

Fotos: E.Reyes

Las navidades en México también tienen muchos elementos diferentes. Uno de ellos es la “pastorela” que es una obrita de teatro en la que se recuerda el peregrinar de María y José cuando iban a Belén y su búsqueda de un lugar donde dormir (no había sistemas de reserva electrónica en aquellos tiempos).

Algunos de los textos de las pastorelas son muy antiguos ya que los utilizaron los frailes evangelizadores en tiempos de la colonia para instruir a los indígenas. Se llaman así porque figuran muchos pastores, aunque –dependiendo del texto que se interprete- pueden tener más o menos protagonismo.

Generalmente, los personajes principales son el arcángel Gabriel y el demonio que luchan entre sí para convencer a los pastores de que vayan, o no, al portal de Belén. Estos dos personajes suelen aparecerse a los pastores, con los consiguientes sobresaltos. Normalmente hay al menos un pastor y una pastora que dialogan con el ángel y el demonio sin poner en duda la autenticidad de los personajes.

Cuando se trata de un elenco multitudinario, se añaden más pastores que simplemente acuden detrás de sus líderes con las ofrendas de un lado a otro hasta que encuentran el dichoso portal.

Luego, en el portal están José y María que no suelen decir nada, ni siquiera dan las gracias por los regalos y cestas de navidad que les llevan. Probablemente están pensando en cómo van a pagar la hipoteca del portal.

Fotos: Pastorela representada por la Asociación de Mexicanos en Castilla y León - E.Reyes

Una de las cosas que más me molesta de ver la tele hoy en día es la malsana costumbre que tienen las cadenas de televisión de interrumpir los contenidos que más me gustan con eso que llaman programas.

Te sientas tan contento a ver la tele, a enterarte de las enormes ventajas y ahorros que obtienes si contratas el seguro de tu coche con tal o cual empresa, con qué colonia o after shave seducirás a más mujeres –que hasta recorrerán kilómetros y kilómetros en incómodas motocicletas para buscarte, cuál es la mejor ciudad de vacaciones del país, qué vinos debes comprar, qué quesos y qué pan comer, cómo combatir el colesterol y las manchas de la ropa, cuando ¡zas! te cortan con un programa donde sale gente gritando sin parar, o bailando y cantando porque “nacieron para bailar y cantar” o recorriendo el desierto de Mongolia a pie para llegar a Pekín cuando es mucho más fácil buscar un taxi, o gente que se muere de las maneras más extrañas para que otros se pasen horas y horas investigando por qué se han muerto, en terrible detrimento del tiempo que debería dedicarse a las burbujitas de freixenet o a los bombones que solamente se venden en invierno, o a la lotería de navidad.

Espero que los programadores de las cadenas de televisión recapaciten y eliminen de una vez por todas los programas y nos dejen ver nuestros anuncios favoritos en paz.

Tras mucho pensarlo, he ido a ver la película “Mamma mia!". No tenía demasiadas ganas porque ya había visto la obra de teatro en Londres y en Madrid, en esta ciudad varias veces y no estaba muy seguro de que la película me fuese a gustar.

De hecho, me gustó, me pareció que, al menos, la gente que la hizo se divirtió haciéndola y los lugares donde está filmada son bonitos. Claro que la historia sigue siendo igual de ñoña que en el teatro y no es más que una simple excusa para hilvanar una canción detrás de la otra pero tampoco es que las canciones den para crear un dramón.

La actriz principal lloró, porque siempre llora en todas sus películas, aún en las que no son tristes (debe ser parte de su contrato) y el actor que antes era James Bond pasa a ser el “padre secreto” de la niña. En realidad, hay otros dos posibles “padres secretos” pero al final, se le adjudica la niña a él. Los otros dos se quedan muy contentos. Creo que viendo lo boba que es la niña, y lo mucho que llora la madre, cualquiera hubiera preferido perder la adjudicación.

Cuando veo las parejas de futuros o recién casados siempre pienso que se van a convertir en una de las parejas de la serie española de televisión “Escenas de matrimonio”. Creo que es un destino bastante triste. Las mujeres de la serie son, casi todas, gordas, feas y tremendamente desagradables. Los maridos son, todos, unos auténticos calzonazos, sin opinión alguna, sin trabajo (que se vea) y completamente sometidos a los gritos, caprichos y abusos de sus señoras.

Creo que no puede haber nada peor que ver a uno de esos entes vivientes, cubierto de potingues gritando por la casa (que supuestamente es, al menos, parcialmente tuya) diciéndote lo imbécil e inútil que eres.

Lo peor es que alguien ha tenido la feliz idea de que estos entes recomienden productos en los anuncios comerciales. Ni en el peor de los desvaríos compraría yo algo recomendado por ellas.

Estos carteles han estado pegados en las paredes de la ciudad durante bastante tiempo. Ahora ya no está, no sé si porque se ha caído por las lluvias, porque alguien las ha arrancado o porque han encontrado al hombre de la foto.

Sufre de la enfermedad de Alzheimer y no sabe distinguir muy bien quién es y dónde tiene que estar. Debe ser terrible para él y para su familia. No puedo imaginarme el no poder recordar, de repente, a dónde ibas o el teléfono de casa o el nombre de alguien que pueda ayudarte.

Espero que le hayan encontrado y haya vuelto a casa.

En México se celebra el Día de Muertos de una manera algo diferente.

En muchas familias se instala una ofrenda que incluye fotos y objetos personales de los recordados, flores, velas y platos con su comida favorita. Cada objeto tiene una posición y un significado especial. Este año, la Asociación de Mexicanos en Castilla y León preparó una ofrenda. Para mí ha sido interesante participar porque nunca lo había hecho, ni había estado en una casa donde se pusiera la ofrenda.

Recuerdo de pequeño que lo único que me gustaba de estos días era que se podían comprar “calaveras” (cráneos) de azúcar que se podían comer pasada la fiesta y que se solía merendar con “pan de muerto”, un bizcocho que solamente se vende en estas fechas.

En algunos lugares la familia entera se traslada al cementerio con la cesta de la comida y visitando al “muertito” se hace una comida campestre. Y pensar que algunos de ellos se murieron para no tener que ver a la familia...

Foto: Ofrenda de la Asociación de Mexicanos en Castilla y León - Jesús Parra

Antes, cuando ibas a tomar una cerveza al bar, te daban una tapa, es decir, algo de comer que te invitaban. Podía ser un trozo de tortilla de patatas, un canapé, o alguna otra cosa. En algunos bares las tapas eran tan buenas y tan abundantes que luego ya no tenías hambre ni querías sentarte a comer, sobre todo si pedías dos o tres cervezas.

Hoy en día, pocos bares te invitan a una tapa. Más bien, la tienes que pedir y, por tanto, la tienes que pagar. Además, las tapas se han vuelto tan modernas y sofisticadas que, en algunos lugares, también tienes que pedir el manual de instrucciones.

La tortilla de patatas es cosa del pasado. Ahora hay que tomar “espuma hidrogenada al vacío con espíritu de patatas a la reducción de néctar de níscalos” o cosas así. Espero que sigan siendo productos saludables, aunque con los tratamientos que les dan a algunas cosas, es dudoso.

Eso sí, ahora las tapas son más bonitas y han generado toda una industria que fabrica recipientes para servirlas. Los platitos y los palillos también se han quedado desfasados y ahora se utilizan tubos de ensayo, cucharas-plato y otros objetos para degustarlas.

Creo que prefiero las tapas de antes. Al menos, sabía que era lo que estaba comiendo.

Foto: Restaurante Los Zagales, Valladolid